Según los resultados de un estudio en el que participaron 2.800 personas mayores, el gran consumo de alimentos ricos en flavonoides puede ser beneficioso a la hora de prevenir enfermedades como el Alzheimer. Concretamente, los autores subrayaron que los mayores que ingieren habitualmente grandes cantidades de estos compuestos tienen entre dos y cuatro veces menos probabilidades de desarrollar este tipo de demencias durante 20 años, en comparación con las personas cuya ingesta es baja.

 

El equipo de científicos del Centro de Investigación sobre Envejecimiento Humano Jean Mayer USDA (USDA HNRCA) en la Universidad de Tufts (EE.UU.) ha elaborado este minucioso estudio en el que participaron 2.800 personas de 50 años o más. Durante las diferentes pruebas se examinó la relación a largo plazo entre comer alimentos que contienen flavonoides y el riesgo de la enfermedad de Alzheimer (EA) y la enfermedad de Alzheimer y demencias relacionadas (ADRD).

 

Alimentación y nutrición

 

Anteriormente, se han analizado otros estudios que se centran en la relación entre la nutrición y las demencias durante períodos cortos de tiempo. En cambio, es la primera vez que se centran en las consecuencias de este tipo de dieta durante 20 años. Los resultados se han publicado en el American Journal of Clinical Nutrition.

 

Los flavonoides son sustancias naturales que se encuentran en las plantas, incluidas frutas y verduras como peras, manzanas, bayas, cebollas y bebidas a base de plantas como el té y el vino. Los flavonoides están asociados con varios beneficios para la salud, incluida la reducción de la inflamación.

 

El equipo de investigación determinó que el bajo consumo de tres tipos de flavonoides estaba relacionado con un mayor riesgo de demencia en comparación con la mayor ingesta. Por ejemplo, la baja ingesta de flavonoles se asoció con el doble de riesgo de desarrollar ADRD. Por otra parte, la baja ingesta de antocianinas se relacionó con un riesgo cuatro veces mayor de desarrollar ADRD; y la baja ingesta de polímeros flavonoides se asoció con el doble de riesgo de desarrollar ADRD.

 

En busca de un vínculo

 

Paul Jacques, autor principal de la investigación y epidemiólogo en el USDA HNRCA, ha declarado que “gracias al estudio podemos tener una idea de cómo la dieta, con el tiempo, podría estar relacionada con el deterioro cognitivo”. Jacques llega a esta conclusión tras observar la ingesta de flavonoides durante muchos años antes de los diagnósticos de demencia de los participantes.

 

Debido a que no existen aún medicamentos efectivos para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, “la prevención a través de una dieta saludable es una consideración importante”, ha matizado el experto.

 

En este sentido, los investigadores analizaron 6 tipos de flavonoides y compararon los niveles de ingesta a largo plazo con el número de diagnósticos de AD y ADRD. De este modo, la ingesta baja (percentil 15 o inferior) de 3 tipos de flavonoides estaba relacionada con un mayor riesgo de demencia en comparación con la ingesta más alta (mayor que el percentil 60).

 

La ingesta baja fue igual a la ausencia de bayas (antocianinas), la toma de aproximadamente una manzana y media (flavonoles) y ningún (polímeros flavonoides) al mes. Por el contrario, la ingesta alta (percentil 60 o superior) se equiparó a aproximadamente 7.5 tazas de arándanos o fresas (antocianinas), 8 manzanas y peras (flavonoles) y 19 tazas de té (polímeros flavonoides) al mes.

 

Alimentos recomendables

 

Una vez conocidos los alimentos que se equiparan a los distintos tipos de flavonoides, los investigadores destacan que el té verde y las bayas son fuentes especialmente beneficiosas. Así lo ha comentado la primera autora Esra Shishtar, quien en el momento del estudio era estudiante de doctorado en la Universidad de Tufts.

 

Al hilo de lo anterior, Shishtar ha añadido que, al observar los resultados del estudio, “las personas que pueden beneficiarse más al consumir más flavonoides son las que tienen niveles más bajos de ingesta, por lo que no necesitan aumentar la dosis”. Según la experta y autora del estudio, “una taza de té al día o algunas bayas dos o tres veces por semana serían adecuadas”.

 

Por su parte, Jacques se ha mostrado optimista al confirmar que las personas de 50 años están a tiempo para cambiar sus hábitos y empezar a considerar una dieta rica en flavonoides. “El riesgo de demencia realmente comienza a aumentar a partir de los 70 años, así que al acercarte a los 50 años debes comenzar a pensar en una dieta más saludable si aún no lo has hecho”, recomienda el autor.

 

Pormenores del estudio

 

Para medir la ingesta de flavonoides a largo plazo, el equipo de investigación utilizó cuestionarios dietéticos. Además, se completaron exámenes médicos aproximadamente cada cuatro años, dejando esta tarea en manos del Estudio del corazón de Framingham, en el que participó un grupo de personas que han sido estudiadas durante varias generaciones por factores de riesgo de enfermedad cardiaca.

 

Por otra parte, los investigadores excluyeron los cuestionarios de los años previos al diagnóstico de demencia, basándose en la suposición de que, a medida que disminuía el estado cognitivo, el comportamiento de la dieta podría haber cambiado. Por lo tanto, los cuestionarios de alimentos tenían más probabilidades de ser inexactos.

 

Cabe destacar que los participantes eran hijos de los participantes originales. Al comienzo del estudio, estos estaban libres de AD y ADRD, con un cuestionario válido de frecuencia de alimentos al inicio del ensayo. La toma de flavonoides se actualizó en cada examen para representar la ingesta promedio acumulativa en los cinco ciclos de examen.

 

Los investigadores clasificaron los flavonoides en seis tipos y crearon cuatro niveles de ingesta basados en los siguientes percentiles: menor o igual que el 15, de 15 a 30, de 30-60 y, por último, el percentil mayor de 60. Más tarde, compararon los tipos y niveles de ingesta de flavonoides con nuevos diagnósticos de AD y ADRD.

 

Interpretación de los resultados

 

Existen algunas limitaciones para el estudio, como el uso de datos de alimentos autoinformados, sujetos a errores en el recuerdo. Los hallazgos se centran en adultos de mediana edad o mayores de ascendencia europea. Otros factores que han entrado en juego, y son importantes para el desarrollo de este tipo de enfermedades, son el nivel educativo, el tabaquismo, la actividad física, el índice de masa corporal y la calidad general de las dietas de los participantes.

 

Todos estos apartados han podido influir en los resultados, por lo que los investigadores los tomaron en cuenta en el análisis estadístico.

 

Los autores concluyeron que una mayor ingesta dietética a largo plazo de flavonoides se asocia con menores riesgos de ADRD y AD en adultos.

 

Referencias

 

Shishtar E, Rogers GT, Blumberg JB, Au R, Jacques PF. Long-term dietary flavonoid intake and risk of Alzheimer disease and related dementias in the Framingham Offspring Cohort. Am J Clin Nutr. 2020;112(2):343-353.